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La microinyección espermática (o ICSI por sus siglas en inglés IntraCytoplasmic Sperm Injection) es una técnica complementaria a la fecundación in vitro que consiste en introducir un espermatozoide en el interior del óvulo para facilitar que se produzca la fecundación.
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Esta técnica supone una gran intervención técnica en el proceso de fecundación, y en muchos casos no existe ninguna indicación para ello.
El primer nacimiento mediante esta técnica se consiguió en 1992 por el equipo del Dr Palermo. Hasta ese momento, la única técnica que había demostrado su eficacia es la conocida como fecundación convencional, es decir, poner en contacto cada uno de los óvulos con una cantidad suficiente de espermatozoides como para que ellos mismos penetren sus cubiertas exteriores y finalmente uno de ellos logre fecundarlo, de forma análoga al proceso natural.
La fecundación convencional requiere de una calidad espermática mínima, por lo que la ICSI abrió la posibilidad de que hombres con una muy baja calidad seminal pudieran ser padres genéticos.
El descubrimiento sorprendió enormemente a la comunidad científica, que la consideró en su momento como una técnica muy agresiva.
Con el paso del tiempo, la ICSI se ha convertido prácticamente en la técnica de elección en todos los casos de fecundación in vitro. Según uno de los registros más completos a nivel mundial sobre técnicas de reproducción asistida, que abarca los años 2008, 2009 y 2010, la ICSI fue la técnica elegida para la fecundación en dos de cada tres ciclos de FIV en el mundo.
¿Por qué se utiliza cada vez más la ICSI?
Más allá de los casos en los que está indicada, la utilización de la microinyección espermática no ha demostrado un aumento en las tasas de fecundación o en la tasa de niño en casa. Sin embargo, la técnica ofrece varias ventajas:
- Eficacia. Si bien la tasa de fecundación por óvulo es parecida entre ambas técnicas, la variabilidad es mayor en el caso de la FIV convencional. Entre un 5 y un 10% de ciclos en los que se utiliza la FIV convencional pueden acabar sin ningún óvulo fecundado, mientras que este riesgo se reduce al 2-3% al utilizar la ICSI.
- Información sobre los óvulos. De forma fisiológica, el óvulo se libera rodeado de una masa de células que lo acompañan a través de su tránsito por las trompas de Falopio, protegiéndolo, nutriéndolo e interactuando con los espermatozoides como una de las barreras finales hasta llegar al óvulo. Para realizar la microinyección espermática es necesario desprender las células que acompañan al óvulo en el momento de ser ovulado. Al poder ser observado “desnudo” bajo el microscopio, se obtiene más información sobre su calidad y estadio de maduración. En la congelación de óvulos, estas células también deben retirarse, por lo que los óvulos procedentes de una congelación previa tan sólo pueden ser fecundados mediante ICSI.
- Estandarización de los procesos. Los laboratorios de reproducción asistida tienen habitualmente una gran carga de trabajo. Utilizar la misma técnica de fecundación en todos los casos, independientemente de que exista una indicación para ello facilita la labor y la toma de decisiones.
¿Por qué deberíamos aplicar la ICSI sólo en casos concretos?
La microinyección espermática supone una intervención técnica muy importante en el proceso de fecundación, modificando sustancialmente el proceso fisiológico.
- Uso de sustancias químicas. En primer lugar, resultaría muy difícil capturar un espermatozoide para microinyectarlo a su velocidad de desplazamiento normal. Por ese motivo, se utilizan medios ricos en PVP (polivinilpirrolidona), un polímero soluble en agua descubierto en los años 30 y que ha tenido múltiples aplicaciones en la industria farmacéutica. Inevitablemente, parte de este PVP es introducido en el interior del óvulo junto con el espermatozoide, y ha sido detectado en estadíos posteriores del embrión.
- La selección del espermatozoide a utilizar, y por lo tanto la mitad de la carga genética del futuro embrión, es elegido por el embriólogo basándose en criterios morfológicos. No es posible conocer si ese espermatozoide hubiese sido capaz por sí mismo de fecundar un óvulo.
- El punto elegido para la penetración del óvulo es completamente aleatorio. La penetración de un espermatozoide en el óvulo genera múltiples reacciones en este, que tienen por objetivo bloquear el acceso de otros espermatozoides e iniciar el proceso de desarrollo embrionario. Sabemos que el punto exacto de la unión del espermatozoide con el óvulo genera el conocido como eje animal-vegetal, que determinará aspectos tan importantes como la simetría del embrión.
En resumen, la ICSI es una técnica que parece segura puesto que ha sido utilizada desde 1992. Sin embargo, eso significa que la persona de más edad concebida por esta técnica no supera actualmente los 25 años de edad. En cualquier caso, se trata de una técnica más agresiva que la FIV convencional y que excepto en los casos en los que está indicada no ofrece mayores garantías de éxito.
La elección de la técnica debería ser fruto de una decisión informada tomada por los pacientes una vez conocidos todos estos aspectos.
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